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Semiologa y Gramatologa

gramtica



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Semiologa y Gramatologa



KRISTEVA: La semiologa, actualmente, se construye sobre el modelo del signo y de sus correlatos: la comunicacin y la estructura. ¿cules son los lmites logocntricos y etnocntricos de estos modelos, y cmo no pueden servir de base a una notacin que querra escapar a la metafsica?

DERRIDA: Aqu todos los gestos son necesariamente equvocos. Y suponiendo, no lo creo, que se pueda un da escapar simplemente a la metafsica, el concepto de signo habr marcado en este sentido a la vez un freno y un progreso. Pues si, por su raz y sus implicaciones, es de parte a parte metafsico, sistemticamente solidario de las teologas estoica y medieval, el trabajo y los desplazamientos a los que ha estado sometido y de los que ha sido tambin curiosamente el instrumento han tenido efectos delimitantes: han permitido criticar la propiedad metafsica del concepto del signo, marcar y aflojar a la vez los lmites del sistema en el que ese concepto naci y empez a usarse, arrancarle as, hasta cierto punto, de su propio humus. Este trabajo hay que llevarlo tan lejos como sea posible, pero no podemos evitar en efecto toparnos en determinado momento con los lmites logocntricos y etnocntricos de tal modelo. En ese momento quiz habra que abandonar el concepto. Pero ese momento es muy difcil de determinar y nunca es puro. Todos los recursos eursticos y crticos del concepto de signo tendran que agotarse por igual en todos los dominios y en todos los contextos. Ahora bien, es inevitable que desigualdades de desarrollo (no puede no haberlas) y la necesidad de ciertos contextos, continen considerando estratgicamente indispensable el recurso a un modelo del que se sabe que por otra parte, en el punto ms indito de la bsqueda, funcionar como un obstculo.

Para no tomar ms que un ejemplo, se podra mostrar que la semiologa de tipo saussuriano ha jugado un doble papel. POR UNA PARTE, un papel crtico absolutamente decisivo:

1) Ha mostrado, contra la tradicin, que el significado era inseparable del significante, que el significado y el significante son las dos caras de una sola y misma produccin. Saussure incluso rehus expresamente conformar esta oposicin o esta unidad de dos caras a las relaciones de un alma y de un cuerpo, como se haba hecho siempre.

 Muchas veces se ha comparado esta unidad de dos caras con la unidad de la persona humana, compuesta de cuerpo y alma. La comparacin es poco satisfactoria (Curso de lingstica general, p. 179).

 2) Subrayando los caracteres diferencial y formal del funcionamiento semiolgico, mostrando que es imposible que el sonido, elemento material, pertenezca por s a la lengua y que en su esencia el significante lingstico de ningn modo es fnico (p. 201); des-substancializando a la vez el contenido significado y la substancia de expresin que ya no es ni por excelencia ni exclusivamente la fona, haciendo as de la lingstica una simple parte de la semiologa general (p. 60), Saussure ha contribuido poderosamente a volver contra la tradicin metafsica el concepto de signo que le haba tomado prestado.

Y, sin embargo, Saussure no pudo dejar de confirmar esta tradicin en la medida en que continu sirvindose del concepto de signo; de ste, no menos que de ningn otro concepto, no puede hacerse un uso absolutamente nuevo y absolutamente convencional. Se est obligado a asumir, de forma no crtica, por lo menos una parte de las implicaciones que estn inscritas en su sistema. Hay un momento al menos en el que Saussure debe renunciar a sacar todas las consecuencias del trabajo crtico que comenz, y es el momento no fortuito en el que se resigna a servirse de la palabra signo, a falta de una mejor. Despus de haber justificado la introduccin de las palabras significado y significante, Saussure escribe: En cuanto al trmino signo, si nos contentamos con l es porque, no sugirindonos la lengua usual cualquier otro, no sabemos con qu reemplazarlo (pp. 129-130). Y mal vemos, en efecto, cmo se podra evacuar el signo cuando se ha comenzado por proponer la oposicin significado/significante.

Ahora bien, la lengua usual no es ni inocente ni neutra. Es la lengua de la metafsica occidental y transporta no slo un nmero considerable de presuposiciones de todos los rdenes, sino tambin presuposiciones inseparables, y, por poco que se preste atencin, anudadas en sistema. Se pueden rastrear los efectos sobre el discurso de Saussure. Por lo que, POR OTRA PARTE:

1) El mantenimiento de la distincin rigurosa esencial y jurdica entre el signans y signatum, la ecuacin entre el signatum y el concepto (p. 129)[i] dejan abierta de derecho la posibilidad de pensar un concepto significado en s mismo, en su presencia simple al pensamiento, en su independencia con relacin a la lengua, es decir, con relacin a un sistema de significantes. Dejando abierta esta posibilidad y se encuentra en el principio mismo de la oposicin significante/significado, es decir, del signo, Saussure contradice las adquisiciones crticas de las que hablbamos hace un instante. Da derecho a la exigencia clsica de lo que he propuesto llamar un significado transcendental, que no remitira en s mismo, en su esencia, a ningn significante, excedera la cadena de los signos, y l mismo no funcionara ya, llegado el momento, como significante. A partir del momento, por el contrario, en que se cuestiona la posibilidad de un tal significado transcendental y en que se reconoce que todo significado est tambin en posicin de significante,[ii][i][ii] la distincin entre significado y significante el signo parece problemtica desde su raz. Por supuesto que se trata de una operacin que hay que practicar con prudencia, pues: a) debe pasar por la deconstruccin difcil de toda la historia de la metafsica que ha impuesto y no cesar jams de imponer a toda la ciencia semiolgica esta instancia fundamental de un significado trascendental y de un concepto independiente de la lengua; esta instancia no viene impuesta desde el exterior por algo como la filosofa, sino por todo lo que liga nuestra lengua, nuestra cultura, nuestro sistema de pensamiento a la historia y al sistema de la metafsica; b) no se trata tampoco de confundir, a todos los niveles y simplemente, el significante y el significado. Que esta oposicin o esta diferencia no puede ser radical y absoluta no le impide funcionar, e incluso ser indispensable dentro de ciertos lmites vastos lmites. Por ejemplo, ninguna traduccin sera posible sin ella. Y, en efecto, es en el horizonte de una traductibilidad absolutamente pura, transparente y unvoca, donde se constituye el tema de un significado trascendental. En los lmites donde es posible, donde al menos parece posible, la traduccin practica la diferencia entre significado y significante. Pero si esta diferencia nunca es pura, tampoco lo es la traduccin y, la nocin de traduccin habra que sustituirla por una nocin de transformacin: transformacin regulada de una lengua por otra, de un texto por otro. No tendremos, y de hecho nunca hemos tenido, que habrnoslas con ningn transporte de significados puros que el instrumento o el vehculo significante dejara virgen e inclume, de una lengua a otra, o en el interior de una sola y misma lengua.

2) Aunque haya reconocido la necesidad de poner entre parntesis la substancia fnica (Lo esencial de la lengua, ya lo veremos, es extraÑo al carcter fnico del signo lingstico (p. 47). En su esencia el significante lingstico de ningn modo es fnico (p. 201), Saussure ha debido, por razones esenciales y esencialmente metafsicas, privilegiar la palabra, todo lo que liga el signo a la phon. Habla tambin de vnculo natural entre el pensamiento y la voz, el sentido y el sonido (p. 74). Habla incluso del pensamiento-sonido (p. 192). He tratado en otro lugar de mostrar lo que tena de tradicional tal gesto y a qu necesidades obedece. Conduce en cualquier caso, en contradiccin con el motivo crtico ms interesante del Curso, a hacer de la lingstica el modelo regulador, el patrn de una semiologa general de la que no deba ser, de derecho y tericamente, ms que una parte. El tema de lo arbitrario se aparta as de las vas de su fecundidad (la formalizacin) hacia una teologa jerarquizante: Se puede, pues, decir que los signos enteramente arbitrarios son los que mejor realizan el ideal del procedimiento semiolgico; por eso la lengua, el ms complejo y el ms extendido de los sistemas de expresin, es tambin el ms caracterstico de todos; en este sentido la lingstica puede erigirse en el modelo general de toda semiologa, aunque la lengua no se ms que un sistema particular (p. 131). Encontramos exactamente el mismo gesto y los mismos conceptos en Hegel. La contradiccin entre estos dos momentos del Curso se marca tambin en lo que Saussure reconocera en otra parte que no es el lenguaje hablado lo que es natural al hombre, sino la facultad de constituir una lengua, es decir un sistema de signos distintos, es decir la posibilidad del cdigo y de la articulacin independientemente de la substancia, por ejemplo de la substancia fnica.

3) El concepto de signo (significante/significado) comporta en s mismo la necesidad de privilegiar la substancia fnica y de erigir la lingstica en patrn de la semiologa. La phon es en efecto la substancia significante que se presenta a la consciencia como la ms ntimamente unida al pensamiento del concepto significado. La voz es, desde este punto de vista, la conciencia misma. Cuando hablo, no solamente tengo consciencia de estar presente en lo que pienso, sino tambin de guardar en lo ms ntimo de mi pensamiento o del concepto, un significante que no cabe en el mundo, que oigo tan pronto como emito, que parece depender de mi pura y libre espontaneidad, no exigir el uso de ningn instrumento, de ningn accesorio, de ninguna fuerza establecida en el mundo. No solamente el significante y el significado parecen unirse, sino, en esta confusin, el significante parece borrarse o hacerse transparente para dejar al concepto presentarse a s mismo, como lo que es, no remitiendo a nada ms que a su presencia. La exterioridad del significante parece reducida. Naturalmente, esta experiencia es una ilusin, pero sobre la necesidad de esta ilusin est organizada toda una estructura, o toda una poca; sobre el fondo de esta poca se ha constituido una semiologa cuyos conceptos y presupuestos fundamentales se encuentran de Platn a Husserl, pasando por Aristteles, Rousseau, Hegel, etc.

4) Reducir la exterioridad del significante significa excluir todo lo que, en la prctica semitica, no es psquico. Ahora bien, slo el privilegio acordado al signo fontico y lingstico puede autorizar la proposicin de Saussure segn la cual el signo lingstico es, pues, una entidad psquica de dos caras (p. 129). Suponiendo que esta proposicin tenga un sentido riguroso en s misma, mal se ve como se la podra hacer extensible a todo signo, ya sea fontico-lingstico o no. Mal vemos pues, salvo si se hace precisamente del signo fontico el patrn de todos los signos, como se podra inscribir la semiologa general en una psicologa. Esto es sin embargo lo que hace Saussure: Se puede, pues, concebir una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social. Tal ciencia sera parte de la psicologa social, y por consiguiente de la psicologa general, nosotros la llamaremos semiologa (del griego semeion signo). Ella nos enseÑar en qu consisten los signos y cules son las leyes que los gobiernan. Puesto que todava no existe, no se puede decir qu es lo que ella ser; pero tiene derecho a la existencia, y su lugar est determinado de antemano. La lingstica no es ms que una parte de esta ciencia general. Las leyes que la semiologa descubra sern aplicables a la lingstica, y as es como la lingstica se encontrar ligada a un dominio bien definido en el conjunto de los hechos humanos. Al psiclogo toca determinar el puesto exacto de la semiologa (p. 60).

Por supuesto que los lingistas y semiticos modernos no se han quedado en Saussure, o por lo menos en ese psicologismo saussureano. La Escuela de Copenhague y toda la lingstica americana lo han criticado explcitamente. Pero si he insistido sobre Saussure, no es slo porque los mismos que le critican le reconocen como el institutor de la Semiologa general y le toman prestados la mayora de sus conceptos; sino, sobre todo, porque no se puede criticar solamente el uso psicologista del concepto de signo; el psicologismo no es el mal uso de un buen concepto, est inscrito y prescrito en el mismo concepto de signo, de la equvoca manera de la que hablaba al principio. Apoyndose sobre el modelo del signo, este equvoco marca, pues, el proyecto semiolgico mismo, con la totalidad orgnica de todos sus conceptos, en particular el de la comunicacin, que, en efecto, implica la transmisin encargada de traspasar, de un sujeto al otro, la identidad de un objeto significado, de un sentido o de un concepto separables por derecho propio del proceso de pasaje y de la operacin significante. La comunicacin presupone sujetos (cuya identidad y presencia estn constituidas con anterioridad a la operacin significante) y objetos (conceptos significados, un sentido pensado que la trayectoria de la comunicacin no tendr ni que constituir ni, de derecho, que transformar). A comunica B a C. Por medio del signo, el emisor comunica algo a un receptor, etc. El caso del concepto de estructura que usted ha evocado tambin, es por cierto ms ambiguo. Todo depende del trabajo que se le haga hacer. Como el concepto de signo y por lo tanto de semiologa, puede a la vez confirmar y romper las garantas logocntricas y etnocntricas. No podemos rechazar esos conceptos, ni tenemos, por otra parte, medios para hacerlo. Sin duda hay que transformar los conceptos, desde el interior de la semiologa, desplazarlos, volverlos contra sus presupuestos, reinscribirlos en otras cadenas, modificar poco a poco el terreno de trabajo y producir as nuevas configuraciones; no creo en la ruptura decisiva, en la unidad de un corte epistemolgico, como se dice a menudo hoy da. Los cortes se reinscriben siempre, fatalmente, en un viejo tejido que hay que continuar destejiendo interminablemente. Esta interminabilidad no es un accidente o una contingencia; es esencial, sistemtica y terica. Esto no eclipsa para nada la necesidad y la importancia relativa de ciertos cortes, de la aparicin o de la definicin de nuevas estructuras

KRISTEVA: ¿Qu es el grama como nueva estructura de la no-presencia? ¿Qu es la escritura como diffrance? ¿Cul es la ruptura que estos conceptos introducen con relacin a los conceptos-clave de la semiologa, el signo (fontico) y la estructura? ¿Cmo reemplaza la nocin de texto, en la gramatologa, a la nocin lingstica y semiolgica de enunciado?

DERRIDA La reduccin de la escritura como reduccin de la exterioridad del significante iba de par en par con el fonologismo y el logocentrismo. Sabemos como Saussure, segn una operacin tradicional, que fue tambin la de Platn, Aristteles, Rousseau, Hegel, Husserl, etc., excluy la escritura del campo de la lingstica de la lengua y de la palabra como fenmeno de representacin exterior, intil y peligroso a la vez: El objeto lingstico no queda definido por la combinacin de la palabra escrita y de la palabra hablada; sta ltima es la que constituye por s sola el objeto de la lingstica (p. 72), la escritura es extraÑa por s misma al sistema interno de la lengua (p. 71) la escritura vela y empaÑa la vida de la lengua: no es un vestido, sino un disfraz (p. 79). El vnculo de la escritura y de la lengua es superficial, fctico. La escritura, que no deba ser ms que una imagen, usurpa, caprichosamente, el papel principal y la relacin natural queda invertida (p. 74). La escritura es una trampa, su accin es viciosa y tirnica sus deformaciones son monstruosidades, casos teralgicos, la lingstica debe someterlas a observacin en un compartimiento especial (p. 82), etc. Naturalmente, esta concepcin representativista de la escritura (lengua y escritura son dos sistemas de signos distintos; la nica razn de ser del segundo es la de representar al primero (p. 72) est ligada a la prctica de la escritura fontico-alfabtica, a la que Saussure reconocer limitar su estudio (p. 75). La escritura alfabtica parece, en efecto, representar la palabra y al mismo tiempo eclipsarse ante ella. A decir verdad, se podra mostrar, como he intentado hacerlo, que no hay escritura puramente fontica y que el fonologismo es menos la consecuencia de la prctica del alfabeto en una cultura, que la consecuencia de cierta representacin, de cierta experiencia tica o axiolgica de esta prctica. La escritura debera eclipsarse ante la plenitud de una palabra viva, perfectamente representada en la transparencia de su notacin, inmediatamente presente en el sujeto que la habla y en el que recibe el sentido, el contenido, el valor.

Ahora bien, si dejamos de limitarnos al modelo de la escritura fontica, que slo privilegiamos por etnocentrismo, y extraemos tambin las consecuencias del hecho que no hay escritura puramente fontica (en razn del espaciamiento necesario de los signos, de la puntuacin, de los intervalos, de las diferencias indispensables al funcionamiento de los grafemas, etc.), toda la lgica fonologista o logocentrista parece problemtica. Su campo de la legitimidad parece estrecho y superficial. Esta delimitacin es, sin embargo, indispensable si queremos tener en cuenta, con alguna coherencia, el principio de diferencia, tal y como Saussure mismo lo recuerda. Este principio dictamina no slo no privilegiar una substancia aqu la substancia fnica, que se dice temporal excluyendo otra por ejemplo, la substancia grfica, que se dice espacial, sino incluso considerar todo proceso de significacin como un juego formal de diferencias. Es decir, de trazas. ¿Por qu de trazas?, ¿y con qu derecho volver a introducir lo gramtico en el momento en que pareca haberse neutralizado toda substancia, ya sea fnica, grfica o de cualquier otra especie? Por supuesto que no se trata de recurrir al mismo concepto de escritura y de invertir simplemente la disimetra que se ha puesto en duda. Se trata de producir un nuevo concepto de escritura. Se le puede llamar grama o diffrance. El juego de las diferencias supone, en efecto, sntesis y remisiones que prohben que en ningn momento, en ningn sentido, un elemento simple est presente en s mismo y no remita ms que a s mismo. Ya sea en el orden del discurso hablado o del discurso escrito, ningn elemento puede funcionar como signo sin remitir a otro elemento que l mismo tampoco est simplemente presente. Este encadenamiento hace que cada elemento fonema o grafema se constituya a partir de la traza que han dejado en l otros elementos de la cadena o del sistema. Este encadenamiento, este tejido, es el texto que slo se produce en la transformacin de otro texto. No hay nada, ni en los elementos ni en el sistema, simplemente presente o ausente. No hay, de parte a parte, ms que diferencias y trazas de trazas. El grama es, por lo tanto, el concepto ms general de la semiologa que se convierte de este modo en gramatologa y no slo se ajusta al campo de la escritura en sentido estrecho y clsico, sino tambin al de la lingstica. La ventaja de este concepto siempre que se rodee de cierto contexto interpretativo, pues, ni ms ni menos que cualquier otro elemento conceptual, ni significa ni se basta a s mismo, reside en que neutraliza desde el principio la propensin fonologista del signo y el equilibrio de hecho por medio de la liberacin de todo el campo cientfico de la substancia grfica (historia y sistema de las escrituras ms all del rea occidental), cuyo inters no es menor y que ha permanecido hasta hoy en la sombra o en la indignidad. El grama como diffrance es, por lo tanto, una estructura y un movimiento que ya no se dejan pensar a partir de la oposicin presencia/ausencia. La diffrance es el juego sistemtico de las diferencias, de las trazas de las diferencias, del espaciamiento por el que los elementos se relacionen unos con otros. Este espaciamiento es la produccin, a la vez activa y pasiva (la a de la diffrance indica esta indecisin respecto a la actividad y a la pasividad, lo que todava no se deja ordenar y distribuir por esta oposicin), de los intervalos sin los que los trminos plenos no significara, no funcionara. Es tambin el devenir-espacio de la cadena hablada, que se ha dicho temporal y lineal; devenir-espacio que slo vuelve posibles la escritura y toda correspondencia entre la palabra y la escritura, todo trnsito de la una a la otra.

La actividad o la productividad connotadas por la a de la diffrance remiten al movimiento generativo en el juego de las diferencias. Estas diferencias no caen del cielo y no se inscriben de una vez por todas en un sistema cerrado, en una estructura esttica que una operacin sincrnica y taxonmica podra agotar. Las diferencias son los efectos de transformaciones y desde este punto de vista el tema de la diffrance es incompatible con el motivo esttico, sincrnico, taxonmico, ahistrico, etc. del concepto de estructura. Por supuesto que este motivo no es el nico que define la estructura y que la produccin de las diferencias, la diffrance, no es aestructural: produce transformaciones sistemticas y reguladas, pudiendo, hasta cierto punto, dar lugar a una ciencia estructural. El concepto de diffrance desarrolla incluso las exigencias principales ms legtimas del estructuralismo. La lengua y, en general, todo cdigo semitico que Saussure defini como clasificaciones son, por lo tanto, efectos que no tienen por causa un sujeto, una substancia o un ente presente en alguna parte y que escapar al movimiento de la diffrance. Puesto que no hay presencia ni fuera ni antes de la diffrance semiolgica, podemos extender el sistema de los signos en general lo que Saussure dice de la lengua: La lengua es necesaria para que la palabra sea inteligible y produzca todos sus efectos; pero sta es necesaria para que la lengua se establezca; histricamente, el hecho de la palabra precede siempre. Aqu tenemos un crculo, pues si se distingue rigurosamente la lengua y la palabra, el cdigo y el mensaje, el esquema y el uso, etc., y si se quiere satisfacer los dos postulados as enunciados, uno no sabe por dnde empezar ni cmo podra empezar algo en general, ya sea la lengua o la palabra. Por lo tanto, hay que admitir, antes de cualquier disolucin lengua/palabra, cdigo/mensaje, etc. (con todo lo que les es solidario), una produccin sistemtica de diferencias, la produccin de un sistema de diferencias una diffrance en cuyos efectos eventualmente podr, por abstraccin y segn determinadas motivaciones, recortarse a una lingstica de la lengua y una lingstica de la palabra, etc. Nada ningn ente presente o in-diferente precede, por lo tanto, a la diffrance y al espaciamiento. No hay sujeto que sea agente, autor y maestro de la diffrance y al que sta sobrevendra eventual y empricamente. La subjetividad como la objetividad es un efecto de diffrance. Esta es la razn por la que la a de la diffrance recuerda tambin que el espaciamiento es temporalizacin, rodeo, dilacin por la que la intuicin, la percepcin, la consumicin, en una palabra la relacin con el presente, la referencia a una realidad presente, a un ente, estn siempre diferidas. Diferidas en razn incluso del principio de diferencia que quiere que un elemento no funcione ni signifique, no tome ni d sentido ms que remitindole a otro elemento pasado o por venir, en una economa de las trazas. Este aspecto econmico de la diffrance, al hacer intervenir un cierto clculo no consciente en un campo de fuerzas, es inseparable del aspecto estrechamente semitico. Confirma que el sujeto, y en principio el sujeto consciente y parlante, depende del sistema de las diferencias y del movimiento de la diffrance, que no est presente ni sobre todo presente a s mismo con anterioridad a la diffrance, que slo se constituye dividindose, espacindose, temporalizndose, difirindose; y que, como deca Saussure, la lengua, que no consiste ms que en diferencias, no es una funcin del sujeto parlante. En el punto donde interviene el concepto de diffrance, con la cadena que se le junta, todas las opciones conceptuales de la metafsica en tanto en cuanto tienen por ltima referencia la presencia de un presente (bajo la forma, por ejemplo, de la identidad del sujeto, presente en todas sus operaciones, presente bajo todos sus accidentes o acontecimientos, presente a s mismo en su palabra viva, en sus enunciados o en sus enunciaciones, en los objetos y los actos presentes de su lenguaje, etc.), todas estas oposiciones metafsicas (signiticante/significado; sensible/inteligible; escritura/palabra; palabra/lengua; diacrona/sincrona; espacio/tiempo; pasividad /actividad; etc.) se convierten en no pertinentes. Todas acaban, en un momento u otro, por subordinar el movimiento de la diffrance a la presencia de un valor o de un sentido que sera anterior a la diffrance, ms originario que ella, excedindola y dirigindola en ltima instancia. Se trata todava de la presencia de lo que hemos llamado ms arriba el significado transcendental.

KRISTEVA: Se pretende que el concepto de sentido, en semitica, difiera sensiblemente del concepto de sentido fenomenolgico. ¿Cules son, sin embargo, sus complicidades y en qu medida el proyecto semiolgico permanece intrametafsico?

DERRIDA: Es verdad que la extensin del concepto fenomenolgico de sentido parece en principio mucho ms amplia, mucho menos determinada. Incluso es difcil reconocerle lmites. Toda experiencia es experiencia de sentido (Sinn). Todo lo que se presenta a la conciencia, todo lo que est por una conciencia en general, es sentido. El sentido es la fenomenalidad del fenmeno. En las Investigaciones lgicas, Husserl rehusaba la distincin de Frege entre Sinn y Bedeutung. Ms tarde, esta distincin le pareci til, no porque la entendiese como Frege, sino para seÑalar la divisin entre el sentido en su extensin ms general (Sinn) y el sentido como objeto de un enunciado lgico o lingstico, el sentido como significacin (Bedeutung). En este punto es en el que podran aparecer las complicidades a las que acaba de aludir. Tanto es as, por ejemplo, que:

1) Husserl necesita, para aislar el sentido (Sinn o Bedeutung) del enunciado o la intencin de significacin (Bedeutung-Intention) que anima el enunciado, distinguir rigurosamente entre la cara significante (sensible), de la que reconocer la originalidad pero que excluye de su problemtica lgico-gramatical, y la cara del sentido significado (inteligible, ideal, espiritual). Quiz es preferible aqu citar un pasaje de Ideas I: Adoptamos como punto de partida la conocida distincin entre la cara sensible y por as decir carnal de la expresin, y la cara no sensible, espiritual. No vamos a meternos en una discusin sucinta de la primera, ni de la forma en que las dos caras se unen. Por consabido que ah designamos los ttulos de problemas fenomenolgicos no exentos de importancia. Examinemos exclusivamente el querer-decir (bedeuten) y la Bedeutung. Originariamente, estas palabras no se relacionan ms que con la esfera lingstica (sprachliche Sphre), con la del expresar (des Ausdrchens). Pero en absoluto podemos evitar, y esto es al mismo tiempo un paso importante en el orden del conocimiento, extender la significacin de estas palabras y hacerlas sufrir una modificacin conveniente que las permita aplicarse de cierta manera a toda la esfera notico-noemtica: y por consiguiente a todos los actos, estn o no entrelazados (verflochten) con los actos de expresin. Hemos hablado as sin cesar, en el caso de todos los vividos intencionales, de sentido (Sinn), palabra que sin embargo, equivale generalmente a Bedeutung. Por afn de precisin, reservamos preferiblemente la palabra Bedeutung para la antigua nocin, en particular en el giro complejo Bedeutung lgico o expresivo. En cuanto a la palabra sentido, continuamos emplendola en su mxima extensin. As, sea o no significado o expreso, est o no entrelazado a un proceso de significacin, el sentido es una idealidad, inteligible o espiritual, que puede eventualmente unirse a la cara sensible de un significante pero que en s no tiene ninguna necesidad. Su presencia, su sentido o su esencia de sentido, se piensa fuera de este entrelazamiento desde que el fenomenolgico, como el semitico, pretende referirse a una entidad pura, a una cara rigurosamente identificable del sentido o del significado.

2) Esta capa del sentido o del significado puros remite, explcitamente en Husserl, al menos implcitamente en la prctica semitica, a una capa del sentido pre-lingstico o pre-semitico (pre-expresivo, dice Husserl) cuya presencia sera pensable fuera y antes del trabajo de la diffrance, fuera y antes del proceso o el sistema de la significacin. Esta vendra solamente a poner el sentido al da, a traducirlo, transportarlo, comunicarlo, encarnarlo, expresarlo, etc. Tal sentido que entonces es, en los dos casos, el sentido fenomenolgico y en ltimo recurso todo lo que se presenta originariamente a la consciencia en la intuicin perceptiva, no estara por lo tanto desde la apertura del juego en posicin de significante, inscrito en el tejido relacional y diferencial que ocasionara ya una apostilla, una traza, un grama, un espaciamiento. La metafsica siempre ha consistido, se podra demostrar, en querer arrancar la presencia del sentido, bajo este nombre o bajo cualquier otro, a la diffrance; y cada vez que se pretende recortar o aislar rigurosamente una regin o una capa del sentido puro o del significado puro, se repite el mismo gesto. ¿Cmo una semitica como tal poda dispensarse simplemente de todo recurso a la identidad del significado? Operamos entonces una relacin entre el sentido y el signo, o entre el significado y el significante, una relacin de exterioridad: mejor, este se convierte, como en Husserl, en la exteriorizacin (Aeusserung) o la expresin (Ausdruch) de aquel. El lenguaje est determinado como expresin exteriorizacin de la intimidad de un interior y encontramos aqu todas las dificultades y presuposiciones de las que hablbamos hace un rato a propsito de Saussure. He tratado de indicar en otro lugar las consecuencias que ligan toda la fenomenologa a este privilegio de la expresin, a la exclusin de la indicacin fuera de la esfera del lenguaje puro (de la logicidad del lenguaje), al privilegio acordado por necesidad a la voz, etc., y esto desde las Investigaciones lgicas, desde ese remarcable proyecto de gramtica pura lgica que es mucho ms importante y ms riguroso, sin embargo, que todos los proyectos de gramtica general razonada de los siglos XVII y XVIII franceses a los que se refieren ahora ciertos lingistas modernos.

 KRISTEVA: Si el leguaje siempre es una expresin, y como tal su clausura est demostrada, ¿en qu medida y por medio de qu tipo de prctica esta expresividad se puede superar? ¿En qu medida la no expresividad sera significante? ¿La gramatologa no sera una semiologa no-expresiva a base de notaciones lgico-matemticas mucho ms que lingsticas?

 DERRIDA: Aqu estoy tentado de responder de forma aparentemente contradictoria. Por una parte, el expresivsimo nunca es superable simplemente, porque es imposible reducir este efecto de diffrance que es la estructura de oposicin simple adentro-afuera y este efecto del lenguaje que le empuja a representarse a s mismo como re-presentacin expresiva, traduccin hacia afuera de lo que estaba constituido hacia adentro. La representacin del lenguaje como expresin no es un prejuicio accidental, es una especie de trampa estructural, lo que Kant habra llamado una ilusin transcendental. Esta se modifica segn los lenguajes, las pocas, las culturas. Sin duda la metafsica occidental constituye una poderosa sistematizacin, pero creo que reservarle la exclusividad sera mucho adelantar imprudentemente. Por otra parte, e inversamente, yo dira que, si el expresivsimo no es simplemente y de una vez por todas superable, la expresividad ya est de hecho superada, se quiera o no se quiera, se sepa o no se sepa. En la medida en que lo que se llama el sentido (a expresar) est ya, de parte a parte, constituido por un tejido de diferencias, en la medida en que hay un texto, una red de apostillas textuales a otros textos, una transformacin textual en la cual cada trmino pretendidamente simple est marcado por la traza de otro y la presumida interioridad del sentido ya est trabajada por su propia exterioridad. Se lleva ya siempre fuera de s. Ya es diferente (de s) antes de cualquier acto de expresin. Y con esta sola condicin es como puede constituir un sintagma o un texto. Con esta sola condicin es como puede ser significante. Desde este punto de vista, no habra que preguntarse en que medida la no-expresividad sera significante. Slo la no-expresividad puede ser un significante porque en rigor, slo hay significacin cuando hay sntesis, sintagma, diffrance y texto. Y la nocin de texto, pensada con todas sus implicaciones, es incompatible con la nocin unvoca de expresin. Por supuesto, cuando se dice que solo el texto es significante, ya se ha transformado el valor de significacin y de signo. Pues, si se entiende el signo en su clausura clsica ms severa, hay que decir lo contrario: la significacin es expresin; el texto, que no expresa nada, es insignificante, etc. La gramatologa, como ciencia de la textualidad, solo sera entonces una semiologa no-expresiva a condicin de transformar el concepto de signo y de arrancarle a su expresivsimo congnito.

La ltima parte de su pregunta es todava ms difcil. Est claro que la reticencia, o sea la resistencia opuesta a la notacin lgico-matemtica siempre ha sido la firma del logocentrismo y del fonologismo en tanto en cuanto han dominado la metafsica y los proyectos semiolgicos y lingsticos clsicos. La crtica de la escritura matemtica no fontica (por ejemplo el proyecto leibniziano de caracterstica) por Rousseau, Hegel, etc., se encuentra de manera no fortuita en Saussure, donde va de par con la preferencia declarada por las lenguas naturales (cf. el Curso, p. 85). Una gramatologa que rompiera con este sistema de presupuestos deber, efectivamente, liberar la matematizacin del lenguaje, tomar acta tambin de lo que la prctica de la ciencia nunca ha dejado de contestar de hecho, el imperialismo del Logos, apelando por ejemplo, siempre y cada da ms, a la escritura no-fontica.[iii] Todo lo que siempre ha ligado el logos a la phon se ha encontrado limitado por la matemtica, cuyo progreso es absolutamente solidario de la prctica de una inscripcin no-fontica. Sobre este principio y sobre esta tarea gramatolgicos no hay creo, ninguna duda posible. No obstante la extensin de las notaciones matemticas, y en general de la formalizacin de la escritura, debe ser muy lenta y muy prudente si queremos que se apropie efectivamente de los dominios que hasta hoy le han sido sustrados. Un trabajo crtico sobre las lenguas naturales mediante las lenguas naturales, toda una transformacin interna de las notaciones clsicas, una prctica sistemtica de los intercambios entre las lenguas y las escrituras naturales debera; me parece, preparar y acompaÑar tal formalizacin. Tarea infinita, pues siempre ser imposible, por razones esenciales, reducir absolutamente las lenguas naturales y las notaciones no-matemticas. Hay que desconfiar tambin de la cara ingenua del formalismo y del matematismo, una de cuyas funciones secundarias en la metafsica ha sido, no lo olvidemos, la de completar y confirmar la teologa logocntrica que podan discutir por otra parte. Tanto es as que, en Leibniz, el proyecto de caracterstica universal, matemtica y no-fontica, es inseparable de una metafsica de lo simple, y por ese lado, de la existencia del entendimiento divino,[iv] del logos divino. El progreso efectivo de la notacin matemtica va por lo tanto de par con la deconstruccin de la metafsica, con la profunda renovacin de la matemtica misma y del concepto de ciencia de la que siempre ha sido el modelo.

 KRISTEVA: Siendo la apelacin del signo una apelacin de la cientificidad ¿en qu medida la gramatologa es o no una ciencia? ¿Considera que ciertos trabajos semiticos, y si as es, cuales, se aproximan al proyecto gramatolgico?

 DERRIDA: La gramatologa debe deconstruir todo lo que liga el concepto y las normas de la cientificidad a la ontoteologa, al logocentrismo, al fonologismo. Un trabajo inmenso e interminable que debe evitar sin cesar que la transgresin del proyecto clsico de la ciencia recaiga en el empirismo pre-cientfico. Esto supone una especie de doble registro en la prctica gramatolgica: hay que ir a la vez ms all del positivismo o del cientificismo metafsicos y acentuar lo que en el trabajo efectivo de la ciencia contribuye a liberarla de las hipotecas metafsicas que pesan sobre su definicin y su movimiento desde su origen. Hay que perseguir y consolidar lo que, en la prctica cientfica, ha empezado ya a exceder la clausura logocntrica. Por eso no hay una respuesta simple a la pregunta de saber si la gramatologa es una ciencia. Dira, en una palabra, que inscribe y de-limita la ciencia; debe hacer funcionar libre y rigurosamente en su propia escritura, las normas de la ciencia; una vez ms, marca y al mismo tiempo demarca el lmite que clausura el campo de la cientificidad clsica. Por la misma razn, no hay trabajo semitico cientfico al que no sirva la gramatologa. Y siempre se podrn volver contra las presuposiciones metafsicas de un discurso semitico los motivos gramatolgicos que la ciencia produce. A partir del motivo formalista y diferencial presente en el Curso de Saussure se puede criticar, el psicologismo, el fonologismo, la exclusin de la escritura, que no estn por eso menos presentes. Por lo mismo en la glosemntica de Hjelmslev, la crtica del psicologismo saussuriano, la neutralizacin de las sustancias de expresin y por lo tanto del fonologismo, el estructuralismo el inmanetismo, la crtica de la metafsica, la temtica del juego, etc., si se extraen todas las consecuencias, deberan excluir toda una conceptualidad metafsica ingenuamente utilizada (la pareja expresin /contenido en la tradicin de la pareja significante/significado; la oposicin forma/substancia aplicada a cada uno de los dos trminos precedentes; el principio emprico, etc.).[v] Podemos decir, a priori, que en toda proposicin o en todo sistema de bsqueda semitica y usted podra mejor que yo citar ejemplos ms actuales presuposiciones metafsicas cohabitan con motivos crticos. Y esto por el solo hecho de que habitan hasta cierto punto el mismo lenguaje, o mejor an la misma lengua. La gramatologa sera sin duda menos una ciencia distinta, una nueva disciplina cargada de un nuevo contenido, de un nuevo dominio bien determinado, que en la prctica vigilante de este reparto textual.

Jacques Derrida



Versin castellana de Amado Alonso (ed. Losada, 12ª edicin, 1973).

[i] Es decir, lo inteligible. La diferencia entre el significante y el significado ha reproducido siempre la diferencia entre lo sensible y lo inteligible. Y no lo hace menos en el siglo XX que en sus orgenes estoicos. Como claramente ha establecido el moderno pensamiento estructural, la lengua es un sistema de signos, y la lingstica forma parte de la ciencia de los signos, o semitica (la smiologie de Saussure). La antigua definicin del signo (aliquid stat pro aliquo) ha sido resucitada y propuesta como todava vlida y fecunda. As, la propiedad esencial de todo signo en general, y de todo signo lingstico en particular, tiene un carcter doble: toda unidad lingstica es bipartita y comporta dos aspectos -el uno sensible y el otro inteligible-, o, dicho en otras palabras, comprende un signans (el signifiant de Saussure) y un signatum (el signifi) (R. Jakobson, Ensayos de lingstica general, trad. castellana, Ed. Seix Barral, 1975, p. 218).

[ii] Cf. De la gramatologa, pp. 106-108. (N.D.L.R.) (versin castellana, Ed. Siglo XXI, 1ª edicin, 1971.

[iii] De la gramatologa p. 12 (N.D.L.R.).

[iv] Pero, hasta el presente, me basta con hacer notar que lo que es el fundamento de mi caracterstica lo es tambin de la demostracin de la existencia de Dios; pues los pensamientos simples son los elementos de la caracterstica, y las formas simples son la fuente de las cosas. Ahora bien, yo sostengo que todas las formas simples son compatibles entre ellas. Esta es una proposicin que no sabra demostrar bien sin explicar largamente los fundamentos de la caracterstica. Pero, si se acepta, resulta que la naturaleza de Dios, que encierra todas las formas simples consideradas absolutamente, es posible. Ahora bien, hemos probado ms arriba que Dios es, siempre que sea posible. Por lo tanto, existe. Lo que haba que demostrar. (Carta a la princesa Elisabeth, 1678).

[v] De la gramatologa, p. 83 y ss. (N.D.L.R.).





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